Un estudio reciente publicado por la Universidad Rutgers en la revista Nature Communications Earth & Environment reveló que el humo de los incendios forestales canadienses ocurrido en junio de 2023 provocó un inesperado descenso de la temperatura en la ciudad de Nueva York, reduciéndola hasta en 3 °C. El fenómeno, conocido como “oscurecimiento global”, produjo además un efecto perjudicial: atrapó contaminantes tóxicos cerca del suelo urbano, incrementando el riesgo sanitario para millones de personas.
El equipo liderado por el catedrático Philip Demokritou, experto en bioingeniería ambiental, analizó las propiedades ópticas y químicas del material particulado generado por el humo que recorrió más de 800 kilómetros desde Canadá. Se descubrió un forzamiento radiativo directo sin precedentes de -352,4 W/m², causado por partículas de carbono orgánico que dispersaron la luz solar, bloqueando la radiación entrante y modificando el microclima urbano.
Aunque el enfriamiento podría parecer favorable frente al calentamiento global, los científicos advierten que este tipo de cambio abrupto interrumpe los ciclos naturales del aire y atrapa contaminantes peligrosos. La escasa circulación provocada por la capa de humo impidió la ventilación natural de la ciudad, concentrando partículas nocivas a nivel del suelo y elevando la exposición humana a niveles alarmantes.
Durante el episodio, los niveles de partículas PM2.5 alcanzaron registros diarios tres veces superiores a los límites establecidos por la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. y hasta ocho veces mayores que las recomendaciones de la OMS. Estos valores sin precedentes coincidieron con un aumento significativo de hospitalizaciones por afecciones respiratorias como asma y bronquitis en la región de Nueva York.
En paralelo, un estudio complementario del mismo equipo, publicado en Environmental Science & Technology, reveló que unas 9,2 mg de partículas de humo se depositaron en los pulmones de cada persona durante el evento. Estos contaminantes redujeron la viabilidad de los macrófagos pulmonares en un 20 % y su capacidad defensiva en un 50 %, debilitando gravemente el sistema inmunológico.
La investigación demostró también que las partículas responsables del fenómeno eran en su mayoría de “carbono marrón”, las cuales mantuvieron su capacidad de absorción pese a la larga distancia recorrida. Este hallazgo sugiere que los incendios forestales pueden tener efectos climáticos y sanitarios severos incluso a cientos de kilómetros de distancia.
La comunidad científica alerta que, en el contexto del cambio climático, estos eventos serán cada vez más frecuentes y extensos. La combinación de calor extremo, sequías prolongadas y material combustible disponible ha creado una nueva realidad: incendios que no solo destruyen ecosistemas, sino que también modifican el clima urbano y amenazan la salud de las poblaciones.
“Este fue el primer evento de esta magnitud en el noreste de Estados Unidos, pero probablemente no será el último”, advirtió Demokritou, subrayando la necesidad urgente de incorporar estos hallazgos en políticas públicas de gestión de la calidad del aire y prevención de incendios forestales.
Referencias: Nature Communications Earth & Environment