A pesar de que los asteroides ricos en carbono son comunes en el sistema solar, los meteoritos con esta composición representan menos del 5 % de los fragmentos espaciales hallados en la superficie terrestre. Este enigma ha intrigado durante décadas a la comunidad científica, y un nuevo estudio internacional podría finalmente ofrecer una explicación convincente. Liderado por la Universidad de Curtin y publicado en Nature Astronomy, el trabajo sugiere que tanto la atmósfera terrestre como el Sol actúan como filtros naturales que eliminan una gran parte de estos valiosos materiales antes de que logren llegar a la Tierra.
El equipo de investigación, compuesto por científicos de 39 países y 19 redes de observación de bolas de fuego, analizó más de 8500 eventos de meteoroides e impactos. Esta recopilación masiva de datos convierte al estudio en el más amplio jamás realizado sobre la trayectoria y destino de objetos espaciales que ingresan a nuestra atmósfera. La conclusión más destacada es que los meteoroides carbonáceos, por su composición frágil, son altamente susceptibles a romperse, no solo durante el ingreso atmosférico, sino también por los efectos térmicos acumulativos al pasar repetidamente cerca del Sol.
“Hace tiempo que sospechábamos que el material carbonoso no sobrevive a la entrada atmosférica”, explicó el Dr. Hadrien Devillepoix, coautor del estudio y miembro del Centro de Ciencia y Tecnología Espacial de Curtin. “Pero ahora vemos que muchos de estos meteoroides ni siquiera llegan tan lejos: el calor que acumulan al acercarse reiteradamente al Sol los debilita hasta el punto de fragmentarlos antes de alcanzar la Tierra”.
Los meteoritos carbonáceos son especialmente valiosos para la ciencia porque contienen compuestos orgánicos, agua y, en algunos casos, aminoácidos: ingredientes clave que podrían haber participado en el surgimiento de la vida en la Tierra. Sin embargo, la baja proporción de este tipo de meteoritos hallados en la superficie ha limitado históricamente la capacidad de los científicos para estudiar a fondo sus propiedades y su papel potencial en la historia temprana del planeta.
“El problema es que, al tener tan pocos ejemplares, podríamos estar interpretando mal la química y el origen del sistema solar”, indicó el Dr. Patrick Shober del Observatorio de París. “Comprender qué tipo de meteoroides se destruyen antes de llegar a nosotros nos permite reconstruir una imagen más precisa del inventario de materiales que flotan en el espacio y, por extensión, de cómo llegaron los componentes fundamentales de la vida a la Tierra”.
El estudio también advierte que los meteoroides generados por perturbaciones de marea —fragmentaciones provocadas por la interacción gravitacional entre asteroides y planetas— son aún más frágiles. Según los autores, estos objetos casi nunca sobreviven a la reentrada en la atmósfera debido a su estructura interna comprometida, lo que representa otro factor que reduce la probabilidad de que fragmentos ricos en carbono lleguen intactos al suelo.
Las implicaciones del trabajo van más allá de la resolución de un viejo misterio. Los resultados podrían influir directamente en el diseño de futuras misiones espaciales orientadas a recolectar muestras de asteroides, así como en la evaluación del riesgo que representan ciertos objetos para la Tierra. Además, al clarificar los mecanismos que actúan como filtros espaciales y atmosféricos, el estudio abre una nueva ventana para entender cómo evolucionaron las condiciones que permitieron la aparición de la vida en nuestro planeta.
El proyecto fue financiado por el Centro Internacional de Investigación en Radioastronomía (ICRAR) y contó con la colaboración de instituciones como el Observatorio de París, el Instituto Astronómico de la Academia Rumana, el Museo Nacional de Historia Natural de Francia y la Universidad de Aix-Marsella. Esta iniciativa representa un nuevo ejemplo del valor de las colaboraciones científicas globales para resolver interrogantes fundamentales sobre nuestro origen cósmico.
El artículo, titulado “Perihelion history and atmospheric survivability as key drivers of the terrestrial meteorite record”, está disponible en la revista Nature Astronomy