El descubrimiento se basa en el análisis de datos de ondas sísmicas capturadas durante terremotos. Al combinar información de múltiples estaciones sísmicas, los investigadores pudieron identificar patrones inusuales en las profundidades del manto. Esta metodología, conocida como inversión de forma de onda completa, utiliza supercomputadoras para crear imágenes detalladas del subsuelo.
Entre las anomalías detectadas, algunas zonas presentan características que las hacen parecer fragmentos de placas tectónicas antiguas. Sin embargo, estas formaciones aparecen en áreas sin un historial conocido de colisiones tectónicas, lo que ha dejado perplejos a los investigadores. Según Thomas Schouten, líder del estudio, "estas manchas siguen siendo un gran misterio".
Existen varias teorías sobre el origen de estas estructuras. Una de ellas sugiere que podrían ser restos de material de la corteza primitiva que se formó hace más de 4.000 millones de años. Otra posibilidad es que se trate de acumulaciones ricas en minerales como el hierro o el silicio, que han migrado lentamente a lo largo de la historia geológica de la Tierra.
Además de su enigmática naturaleza, estas zonas plantean preguntas sobre su impacto en los procesos internos del planeta. Los investigadores creen que podrían alterar los patrones de convección en el manto, influir en la formación de columnas volcánicas y cambiar nuestra comprensión de cómo el calor y los materiales se mueven a través del interior de la Tierra.
A pesar de los avances, este descubrimiento plantea más preguntas que respuestas. Los científicos planean combinar datos sísmicos con otros métodos, como análisis electromagnéticos y simulaciones químicas, para comprender mejor la composición y el origen de estas estructuras. Según los expertos, este hallazgo es solo el comienzo de una nueva era de exploración del manto terrestre.