Nuevo estudio vincula al 10 % más rico con el 66 % del calentamiento global desde 1990
Un estudio revela que el 10 % más rico del planeta causó dos tercios del calentamiento global desde 1990, con graves impactos en regiones vulnerables
Autor - Aldo Venuta Rodríguez
4 min lectura
Un estudio publicado el 7 de mayo en la revista Nature Climate Change ha revelado una verdad incómoda: el 10 % más rico del mundo es responsable de dos tercios del calentamiento global observado desde 1990. El análisis, liderado por el Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), no solo señala culpables, sino que pone cifras concretas a la desigualdad climática, mostrando cómo el estilo de vida y las inversiones de los más ricos están detrás del aumento de fenómenos extremos como olas de calor y sequías.
Utilizando un modelo que combina simulaciones climáticas avanzadas y datos económicos detallados, los investigadores lograron rastrear el impacto climático de distintos grupos de ingresos. Los resultados son contundentes: el 1 % más rico del planeta contribuyó 26 veces más que el promedio mundial a los extremos de calor y 17 veces más a las sequías en regiones tropicales como la Amazonía, el sudeste asiático y el sur de África.
Según Sarah Schöngart, autora principal del estudio y experta en sostenibilidad en ETH Zúrich, “los impactos extremos del clima no son solo consecuencias abstractas de las emisiones globales. Podemos vincularlos directamente con decisiones de consumo, inversión y estilo de vida, especialmente de los grupos de mayores ingresos”. Esta afirmación desafía el discurso habitual que distribuye la responsabilidad climática de forma homogénea entre toda la población.
El estudio destaca además el peso oculto de las inversiones financieras. No solo las acciones personales —como vuelos frecuentes o consumo de bienes de lujo— generan emisiones, sino también las carteras de inversión en sectores contaminantes. Las élites económicas, a través de sus activos, contribuyen indirectamente a mantener industrias emisoras activas, multiplicando su impacto más allá de su huella personal directa.
Un dato demoledor ilustra el contraste: si toda la humanidad hubiera emitido al nivel del 50 % más pobre, el calentamiento global adicional desde 1990 habría sido prácticamente inexistente. Este hallazgo plantea una pregunta urgente: ¿por qué no se focaliza la acción climática en quienes más han contribuido al problema?
Para Carl-Friedrich Schleussner, coautor del estudio y líder del grupo de Impactos Climáticos Integrados del IIASA, “ignorar este desequilibrio es tanto un error estratégico como una injusticia moral. Las políticas climáticas deben tener una dimensión redistributiva. Si no se exige más a quienes más contaminan, se pierde una de las herramientas más poderosas para reducir daños futuros”.
Además de identificar culpables, el estudio sugiere caminos para una transición justa. Regular las emisiones ligadas a inversiones, aplicar impuestos progresivos al carbono o limitar consumos de lujo intensivos en carbono son medidas que podrían implementarse para reducir el impacto del 1 % más rico, al tiempo que se generan recursos para financiar la adaptación climática en los países más afectados.
El informe también destaca que los países tropicales —históricamente con menores emisiones— son los que más sufren los efectos de esta desigualdad. “No es solo un asunto ecológico, es un tema de justicia global”, señala Schöngart. Mientras los más ricos del norte global impulsan el calentamiento, millones de personas en el sur global enfrentan sequías, desplazamientos y pérdida de medios de vida.
El trabajo se enmarca en el proyecto YSSP del IIASA y le valió a Schöngart el Premio Levien por su contribución a la comprensión del nexo entre desigualdad y cambio climático. Su conclusión es clara: “repartir la responsabilidad según la contribución real a las emisiones no solo es justo, sino urgente para construir un mundo más resiliente”.
El estudio deja una advertencia clara a los gobiernos: la acción climática que no cuestione los privilegios de los más contaminantes está condenada al fracaso. En un mundo en crisis, no basta con reciclar y ahorrar energía: el cambio debe empezar por quienes más han calentado el planeta.
Referencias: DOI: 10.1038/s41558-025-02325-x
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