La imagen compuesta muestra un flujo de gas brillante que parte de una protoestrella aún en formación. Este flujo, conocido como Herbig-Haro 49/50 (HH 49/50), se extiende en forma cónica a través del espacio, generando ondas de choque que iluminan su entorno. La observación fue realizada en longitudes de onda infrarrojas mediante los instrumentos NIRCam y MIRI del telescopio James Webb, ofreciendo una resolución sin precedentes de este fenómeno astrofísico.
A diferencia de imágenes previas, como las del retirado telescopio Spitzer, Webb ha sido capaz de descomponer con claridad las estructuras del chorro, mostrando cómo impacta y calienta el polvo y gas circundante. Gracias a esta capacidad, los científicos identificaron en el extremo del chorro una galaxia espiral distante que anteriormente se consideraba una nebulosa. Esta alineación fortuita ha permitido estudiar simultáneamente objetos de distinta escala y origen.
Herbig-Haro 49/50 se encuentra a unos 625 años luz de la Tierra, en la constelación Camaleón. Esta región del cielo forma parte del complejo de nubes Camaleón I, una de las zonas de formación estelar más cercanas a la Vía Láctea. En ella nacen estrellas de baja masa, similares al Sol, en condiciones que probablemente se asemejen a las del entorno donde se originó nuestro propio sistema solar.
La imagen revela una estructura arqueada, similar a la estela de una lancha en movimiento, causada por el impacto del chorro contra el material interestelar. El color naranja rojizo de la imagen corresponde a emisiones de polvo calentado y moléculas de hidrógeno y monóxido de carbono energizadas. Estos datos son esenciales para comprender cómo los flujos protoestelares afectan la dinámica del gas y polvo donde nacen las estrellas.
Los investigadores sospechan que el chorro proviene de una protoestrella llamada Cederblad 110 IRS4, ubicada a unos 1,5 años luz de distancia. Esta joven estrella, aún en proceso de formación, se encuentra en una etapa clave de acumulación de masa. Observaciones recientes del Webb sobre IRS4 han permitido elaborar un inventario detallado de su entorno helado, un paso crucial para comprender la evolución temprana de estrellas y sistemas planetarios.
Además de permitir una vista sin precedentes del objeto HH 49/50, las observaciones revelan pequeñas asimetrías y desviaciones en el flujo, lo que sugiere fenómenos como la fragmentación o la precesión del chorro. También se han detectado posibles flujos adicionales superpuestos, que podrían pertenecer a otros objetos protoestelares en la misma región.
Este tipo de imágenes, con detalle a escala espacial pequeña, son claves para modelar los procesos físicos involucrados en la formación estelar. La capacidad del Webb para detectar moléculas específicas permite trazar con precisión cómo se propagan las ondas de choque y cómo se transforma el entorno durante el proceso de nacimiento de una estrella.
El telescopio James Webb, fruto de la colaboración entre NASA, ESA y la Agencia Espacial Canadiense, sigue demostrando su potencial para revolucionar nuestra comprensión del universo. HH 49/50 es solo una muestra del tipo de estructuras dinámicas que ahora podemos estudiar con un nivel de detalle nunca antes alcanzado.