El noroeste del Pacífico enfrenta una amenaza creciente: un futuro gran terremoto en la zona de subducción de Cascadia podría agravar dramáticamente el riesgo de inundaciones costeras, según revela un nuevo estudio de Virginia Tech. El informe, publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, combina datos geológicos y modelado sísmico avanzado para anticipar los impactos de un megaterremoto en esta vulnerable región.
La investigación, liderada por la profesora adjunta Tina Dura, señala que un evento sísmico masivo podría hundir el terreno costero hasta 6,5 pies (casi 2 metros), expandiendo drásticamente las áreas sujetas a inundaciones de alta probabilidad. Esta subsidencia sísmica, sumada al aumento progresivo del nivel del mar, pondría en riesgo a miles de residentes, infraestructuras críticas y ecosistemas a lo largo de California, Oregón y Washington.
Utilizando decenas de miles de simulaciones sísmicas, el equipo de Dura cuantificó por primera vez la expansión de la llanura aluvial del 1% en 24 estuarios costeros. Los resultados muestran que un terremoto hoy aumentaría en 116 millas cuadradas la zona susceptible de inundaciones, afectando a 14.350 residentes adicionales, 22.500 estructuras y más de 1200 kilómetros de carreteras.

Más preocupante aún, al proyectar los efectos para 2100 bajo los escenarios del IPCC, donde el nivel del mar en Cascadia podría ser 90 cm superior al actual, la exposición a inundaciones se triplicaría. Esta perspectiva implica graves consecuencias para aeropuertos, escuelas, hospitales, plantas de tratamiento de aguas y otras instalaciones críticas.
"La expansión de la llanura aluvial costera tras un gran terremoto en Cascadia no había sido cuantificada antes, y sus implicaciones para el uso del suelo y la recuperación posterior al desastre son enormes", afirmó Dura, quien también está afiliada al Centro de Cambio Global de Virginia Tech.
El estudio también advierte sobre el impacto devastador en las tierras agrícolas y ganaderas protegidas por diques. La sobresalinización de suelos, el colapso de humedales costeros y la erosión de dunas y playas aumentarían la vulnerabilidad a futuras mareas de tempestad y olas de tsunami, afectando de manera irreversible servicios ecosistémicos esenciales como la filtración de agua, el hábitat de aves costeras y la captura de carbono.

Los investigadores subrayan que las zonas de subducción, como la de Cascadia, son particularmente sensibles debido a su dinámica tectónica. Aquí, la acumulación de tensión entre las placas del Pacífico y Norteamericana se libera periódicamente mediante terremotos masivos, como ocurrió en 1700. Basados en registros geológicos, se estima que Cascadia ha sufrido once grandes eventos sísmicos en los últimos siete milenios, con intervalos de entre 200 y 800 años.
“Cascadia es especial: tiene una combinación única de vulnerabilidad geológica y comunidades costeras densamente ubicadas”, explicó Dura. “Aquí, el hundimiento del terreno podría tener efectos incluso mayores que en otros grandes terremotos recientes como los de Chile, Alaska, Sumatra o Japón”.
Los paralelismos históricos son alarmantes. El terremoto de Chile de 1960 transformó tierras agrícolas en marismas, mientras que el sismo de Alaska en 1964 obligó a reubicar comunidades enteras. En 2004, el terremoto de Sumatra devastó las líneas costeras, y el de Japón en 2011 no solo causó daños masivos, sino que también desencadenó un desastre nuclear.

Dura enfatizó la relevancia global de sus hallazgos: “Aunque nuestro estudio se centra en Cascadia, las lecciones son aplicables a otras zonas de subducción en el mundo, como Japón, Indonesia, Nueva Zelanda o Sudamérica. Comprender estos riesgos es esencial para diseñar estrategias de mitigación efectivas antes de que ocurra la próxima catástrofe”.
Con el próximo gran terremoto de Cascadia inevitable en escalas de tiempo geológicas, este estudio representa un llamado urgente a planificar infraestructuras resilientes, adaptar los usos del suelo costero y proteger los ecosistemas que sirven de amortiguadores naturales frente a la creciente amenaza de inundaciones.
Referencias: Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS) | Virginia Tech