Cuando el peligro pasa, el cerebro necesita una señal que permita extinguir el miedo aprendido. Un estudio del Instituto Picower del MIT revela que esa señal es la liberación de dopamina en un circuito cerebral específico, un hallazgo que podría ser clave para tratar la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Los investigadores, liderados por Susumu Tonegawa y Michele Pignatelli di Spinazzola, identificaron cómo la dopamina activa neuronas en la amígdala que codifican el fin del peligro. Cuando este circuito falla, el miedo se prolonga innecesariamente, afectando la salud mental.
En 2020, el equipo ya había demostrado que el aprendizaje del miedo y su extinción compiten en la amígdala entre dos tipos de neuronas. Las neuronas Rspo2 codifican el recuerdo del peligro, mientras que las Ppp1r1b, que también participan en sensaciones de recompensa, codifican el alivio tras la desaparición de la amenaza.
En el nuevo estudio, publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), se revela que el área tegmental ventral (ATV) es la fuente de dopamina para estas neuronas, estableciendo conexiones diferenciadas que determinan si el miedo se mantiene o se extingue.
Utilizando métodos de rastreo neuronal y tomografía, los científicos observaron que las neuronas de la pBLA (posterior de la amígdala) reciben una densa conexión dopaminérgica, mientras que las de la aBLA (anterior) presentan menor densidad. Además, las neuronas Ppp1r1b expresan más receptores D1 de dopamina, fundamentales para el aprendizaje positivo de la extinción.

Para confirmar su hipótesis, los investigadores midieron la actividad dopaminérgica en ratones sometidos a un experimento de miedo condicionado. Observaron que la señal de dopamina aumentaba cuando los animales se daban cuenta de que el peligro había desaparecido, correlacionándose directamente con la extinción del miedo.
Mediante técnicas de optogenética, demostraron que activar la dopamina en las neuronas de la pBLA aceleraba la extinción del miedo, mientras que inhibirla la dificultaba. Curiosamente, activar la dopamina en la aBLA podía reinstaurar el miedo incluso sin recibir nuevas descargas eléctricas.
Además, manipular la expresión de receptores dopaminérgicos en las neuronas específicas confirmó que potenciar estos receptores favorece la extinción del miedo, mientras que su inhibición mantiene el comportamiento de congelamiento.
Aunque el proceso de extinción involucra múltiples regiones cerebrales, este circuito dopaminérgico identificado aparece como un nodo crucial. Su estudio abre nuevas vías para tratar trastornos relacionados con el miedo, como el TEPT, mediante terapias que modulen específicamente este sistema.
"El aprendizaje y la extinción del miedo ofrecen un marco robusto para entender los trastornos de ansiedad", afirmó Pignatelli di Spinazzola. "Nuestro trabajo sugiere nuevos blancos terapéuticos basados en la modulación dopaminérgica de la amígdala".
La investigación fue realizada con apoyo del Centro RIKEN para la Neurociencia, el Instituto Médico Howard Hughes y el Instituto Picower para el Aprendizaje y la Memoria, y representa un avance fundamental en neurociencia emocional y salud mental.
Referencias: Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS) | Instituto Picower del MIT