El Mar Caspio, el mayor cuerpo de agua interior del planeta, enfrenta un retroceso alarmante que amenaza con convertirse en una de las crisis ecológicas más significativas del siglo XXI. Una nueva investigación liderada por la Universidad de Leeds advierte que, incluso en escenarios optimistas de cambio climático, el nivel del mar Caspio podría disminuir entre 5 y 10 metros, y hasta 21 metros si las temperaturas globales superan los 2 °C.
Esta disminución tendría consecuencias devastadoras: una superficie de más de 112.000 km² —equivalente a la de Islandia— podría quedar expuesta, transformando ecosistemas únicos en desiertos salinos. Las focas del Caspio, especie en peligro de extinción y única foca de agua salobre del mundo, perderían hasta 81 % de su hábitat de cría si el nivel baja solo 5 metros. Además, desaparecerían lagunas, juncales y cañaverales esenciales para miles de aves migratorias y peces reproductores.
La biodiversidad no es la única amenazada. Más de 15 millones de personas habitan las costas del Caspio, en países como Azerbaiyán, Irán, Kazajistán, Rusia y Turkmenistán. La pesca, el transporte marítimo y los puertos comerciales ya enfrentan impactos visibles. Según el estudio, puertos clave como Bakú, Anzali y Aktau podrían quedar a más de un kilómetro de la costa, y Turkmenbashi hasta a 16 km. En el caso extremo, Lagan (Rusia) podría encontrarse a 115 km tierra adentro.
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A esto se suma la preocupación por la salud pública. El lecho marino expuesto liberaría polvo contaminado con sales y residuos industriales, replicando el patrón tóxico observado en el Mar de Aral. Las zonas de desalinización, como las de Aktau, ya ven interrumpidas sus operaciones, mientras que el cambio climático regional se acentúa con menor humedad, reducción de lluvias y condiciones más áridas en toda Asia Central.
El estudio, publicado en Communications Earth & Environment, fue realizado con colaboración internacional y mapeó los efectos sobre diez ecosistemas marinos. Con una caída de solo 10 metros, cuatro ecosistemas desaparecerían por completo, y la cobertura de áreas marinas protegidas se reduciría hasta en 94 %, especialmente en Rusia, Irán y Azerbaiyán. Solo Kazajistán conservaría algo más del 5 % actual.
El Dr. Simon Goodman, biólogo de la Universidad de Leeds, advirtió: “Aunque parte de la reducción es inevitable, aún estamos a tiempo de mitigar sus efectos si se actúa con planificación, cooperación regional y políticas flexibles de conservación”. La propuesta de los investigadores incluye crear reservas con fronteras móviles, apoyar económicamente a comunidades costeras y fortalecer sistemas de monitoreo ecológico.
La situación es especialmente crítica para especies icónicas como los esturiones del Caspio, peces antiguos y valiosos por su caviar, que perderían entre 25 % y 45 % de sus hábitats de reproducción en aguas poco profundas. Estos peces ya están en riesgo por la sobrepesca y la contaminación, y la regresión costera podría cortarles el acceso a los ríos donde históricamente desovan.
Desde la Universidad de Leeds y otros centros de investigación en Alemania, Kazajistán, Rusia y Azerbaiyán, los científicos piden una respuesta coordinada y urgente. Si no se implementan estrategias efectivas de adaptación, el Caspio podría convertirse en un nuevo Mar de Aral: un símbolo del fracaso ambiental, económico y social frente al cambio climático.