El regreso de las misiones tripuladas a la superficie lunar trae consigo nuevos desafíos tecnológicos. A diferencia de las misiones Apolo, los módulos de aterrizaje modernos son mucho más grandes y potentes. La NASA necesita saber cómo estos potentes motores afectarán al regolito lunar durante el aterrizaje y el despegue.
En el Centro Marshall de Vuelos Espaciales, en Alabama, ingenieros de la NASA han encendido un motor de cohete híbrido de 35,5 cm más de 30 veces para estudiar esta interacción. La campaña forma parte de la preparación para las misiones Artemis, que usarán módulos de SpaceX y Blue Origin.
El motor, impreso en 3D por la Universidad Estatal de Utah, mezcla combustible sólido con oxígeno gaseoso, generando un potente chorro de escape. Las pruebas se realizaron en vacío y a presión ambiente, simulando las condiciones lunares lo más fielmente posible.
Estos ensayos permiten observar la formación de cráteres, la expulsión de partículas y la posible inestabilidad en el punto de contacto con el suelo lunar. Se trata de un conocimiento esencial para evitar accidentes o daños a los módulos de aterrizaje.
Una vez concluidas las pruebas en Marshall, el motor se enviará al Centro de Investigación Langley, donde se repetirán los encendidos dentro de una cámara de vacío de 18 metros, sobre regolito simulado conocido como Black Point-1. El objetivo es medir con precisión cómo se comportan los gases de escape en distintas alturas de encendido.
“Este tipo de pruebas no se hacía desde los programas Apolo y Viking”, explicó Ashley Korzun, investigadora principal. “Ahora estamos aplicando esa capacidad a vehículos mucho más grandes, lo cual requiere nuevos datos y nuevos modelos”.
El regolito lunar, formado durante miles de millones de años por impactos de meteoritos, es altamente variable. Su composición y densidad cambian según la región, lo que influye directamente en cómo se comporta bajo una columna de escape de cohete.
Artemis no solo busca llevar astronautas a la Luna, sino también sentar las bases para misiones a Marte. Entender la física del aterrizaje es una prioridad, ya que un aterrizaje fallido comprometería no solo la nave, sino vidas humanas.
Además, este tipo de pruebas contribuirá a proteger cargas útiles, estructuras y recursos desplegados en la superficie lunar. Reducir el riesgo operacional es vital para mantener la seguridad y asegurar el éxito de futuras misiones.
La NASA reafirma con estas pruebas su compromiso por el desarrollo seguro de la exploración espacial. El conocimiento que se obtiene hoy en cámaras de vacío puede ser determinante para los aterrizajes de mañana.