Un reciente estudio liderado por la Universidad Estatal de Ohio está ayudando a resolver uno de los enigmas climáticos más persistentes de la historia de la Tierra. Analizando núcleos de hielo provenientes de Groenlandia, la Antártida y montañas tropicales, los investigadores han identificado discrepancias significativas entre registros naturales y modelos climáticos que intentan simular las condiciones del Holoceno.
Aunque los modelos climáticos replican de manera precisa los datos polares, fallan al representar las temperaturas de las montañas tropicales, como el Kilimanjaro en Tanzania y el Huascarán en Perú. Esta diferencia pone de manifiesto limitaciones fundamentales en las simulaciones actuales, un problema que los expertos denominan el "enigma de la temperatura del Holoceno".
Según Yuntao Bao, autor principal del estudio, los modelos climáticos predicen un calentamiento temprano y sostenido durante el Holoceno. Sin embargo, los registros isotópicos de oxígeno en los núcleos de hielo tropicales muestran un enfriamiento de entre 0,8 y 1,8 grados Celsius, en contraste con el calentamiento de 1,5 grados proyectado por los modelos.

Estas variaciones se atribuyen principalmente al forzamiento orbital, es decir, cambios en la órbita de la Tierra respecto al Sol que impactan directamente el clima global. No obstante, los modelos actuales tienden a omitir factores cruciales como el uso del suelo, la vegetación, el polvo atmosférico y las erupciones volcánicas, elementos que pudieron haber influido significativamente en las temperaturas de aquella época.
El equipo utilizó el Modelo del Sistema Terrestre Comunitario para realizar las simulaciones, una herramienta avanzada que integra componentes atmosféricos, oceánicos, terrestres e hidrológicos. Aun así, los resultados no logran explicar completamente los patrones de enfriamiento observados en los registros de montañas tropicales.
Lonnie Thompson, coautor del estudio, subrayó que los núcleos de hielo proporcionan evidencia paleoclimática altamente confiable, y que su comparación con los modelos actuales revela deficiencias importantes. En su opinión, comprender estos desajustes es crucial para mejorar las proyecciones climáticas futuras en un contexto de acelerada pérdida de biodiversidad.

Los investigadores concluyen que ninguna variable por sí sola puede explicar las discrepancias, por lo que recomiendan una colaboración científica amplia para perfeccionar los modelos climáticos. A su juicio, incorporar variabilidad natural más sutil y factores de retroalimentación será clave para producir predicciones más precisas y realistas.
El estudio fue publicado en la revista Communications Earth and Environment y contó con la participación de investigadores de la Universidad Estatal de Ohio, la Universidad Oceánica de China y el Laboratorio Laoshan de China, con el apoyo de la Fundación Nacional de Ciencias y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).
Referencias: Communications Earth and Environment