Publicado: 14 abr. 2025
Científicos descubren que las rutas de materia en el Ártico podrían alterarse drásticamente por el avance del cambio climático
Un estudio de la Universidad de Bristol revela cambios acelerados en las vías de materia del Ártico y su impacto en los ecosistemas polares
/
4 min lectura
Autor - Aldo Venuta Rodríguez

Un estudio internacional publicado en Nature Communications y liderado por la Universidad de Bristol ha revelado cambios sin precedentes en las rutas de transporte de materia desde los ríos siberianos a través del océano Ártico. Esta investigación pone en duda la estabilidad de la Corriente Transpolar, hasta ahora considerada un mecanismo regular de transporte de agua dulce, nutrientes y contaminantes hacia el Atlántico Norte.
La Corriente Transpolar actúa como una cinta transportadora natural que desplaza hielo marino, agua fluvial y partículas suspendidas desde las plataformas siberianas hasta el estrecho de Fram. Sin embargo, el nuevo análisis muestra que esta corriente es mucho más variable de lo que se creía, y altamente sensible a factores climáticos como el deshielo acelerado, el caudal estacional de los ríos y la evolución dinámica de la capa de hielo marino.
Los autores han identificado que el hielo marino no solo actúa como medio de transporte pasivo, sino que adquiere un papel activo en la redistribución de sustancias. Durante su formación, el hielo puede atrapar materia orgánica, metales pesados, microplásticos y nutrientes procedentes de múltiples ríos. A medida que este hielo deriva hacia el oeste y se derrite, libera esa mezcla compleja en distintas zonas del océano, alterando tanto la composición química del agua como la dinámica ecológica.
La investigación se basa en datos obtenidos por la expedición MOSAiC, la mayor campaña científica ártica realizada hasta la fecha, en la que participaron más de 600 científicos y siete rompehielos. Se recolectaron muestras de agua, hielo y nieve durante todo un año, analizadas mediante trazadores geoquímicos como isótopos de oxígeno y neodimio. Estas huellas isotópicas permitieron seguir el recorrido de la materia fluvial con una resolución sin precedentes.
Te podría interesar: El deshielo en el Ártico amenaza a los osos polares y a toda la fauna polar .
“La variabilidad que encontramos fue notable”, afirmó el Dr. Georgi Laukert, autor principal del estudio. “No solo cambia la ruta de la materia según la estación, sino también según la interacción entre las corrientes, la topografía submarina y la cobertura de hielo. Todo el sistema está en constante reconfiguración”.
La Dra. Dorothea Bauch, coautora e investigadora en la Universidad de Kiel, destacó el carácter único de los datos obtenidos: “Hasta ahora, nuestras mediciones estaban limitadas al verano. Esta campaña nos brindó observaciones anuales sostenidas, esenciales para entender la complejidad del Ártico actual”.
Las implicaciones del estudio son profundas. El retroceso del hielo marino y los cambios en la deriva alteran no solo el transporte de nutrientes esenciales, sino también la dispersión de contaminantes generados por el ser humano. Metales pesados y microplásticos podrían alcanzar áreas ecológicamente sensibles, comprometiendo la biodiversidad ártica y perturbando ciclos biogeoquímicos clave.
El profesor Benjamin Rabe, del Instituto Alfred Wegener, advierte que estos cambios podrían tener efectos dominó sobre la circulación oceánica global. La entrada masiva de agua dulce desde Siberia podría debilitar sistemas de corrientes profundas que regulan el clima del hemisferio norte.
El estudio también revisa la percepción histórica de la Corriente Transpolar. Descubierta por Fridtjof Nansen en el siglo XIX, se la consideró durante décadas un canal de flujo estable. Hoy, sus trayectorias aparecen mucho más fragmentadas, reactivas y vulnerables frente al calentamiento climático.
“Lo que nos muestra este estudio es que incluso los sistemas más antiguos y aparentemente previsibles del Ártico están en transformación”, concluyó el Dr. Laukert. “Comprender estas rutas cambiantes es vital para anticipar cómo se redistribuirá la materia —y la contaminación— en un futuro más cálido”.
Más artículos: