La NASA ha dado un paso firme hacia la explotación sostenible de los recursos lunares. Su sistema de perforación PRIME-1, instalado en el módulo de aterrizaje IM-2 de Intuitive Machines, logró operar durante casi 10 horas en condiciones extremas tras su llegada al cráter Mons Mouton, cerca del Polo Sur de la Luna. Aunque el módulo quedó de lado tras el aterrizaje y no pudo recargar sus paneles solares, los instrumentos clave funcionaron y devolvieron datos cruciales.
El taladro TRIDENT y el espectrómetro de masas MSOLO fueron activados de inmediato tras el contacto con la superficie lunar. TRIDENT logró perforar el regolito, activar sus actuadores y extraer muestras mientras que MSOLO, adaptado por la NASA para condiciones lunares, analizó la presencia de gases. Ambos sistemas funcionaron con éxito durante la ventana operativa, demostrando que es posible realizar operaciones automatizadas de minería en la Luna.
“Se suponía que tendríamos 10 días de operación en la Luna, y lo que obtuvimos fueron casi 10 horas”, dijo Julie Kleinhenz, ingeniera principal de sistemas para PRIME-1. “Fueron 10 horas más de lo que la mayoría de la gente consigue, así que estoy encantada de haber participado”.
La misión IM-2 fue lanzada el 26 de febrero desde el Complejo de Lanzamiento 39A del Centro Espacial Kennedy, como parte de la iniciativa CLPS (Servicios de Carga Lunar Comercial). Su carga útil incluía el sistema PRIME-1, destinado a recolectar datos sobre las propiedades físicas y químicas del suelo lunar, con miras a facilitar futuras misiones Artemis.
El taladro TRIDENT, fabricado por Honeybee Robotics, mide un metro y puede perforar mediante movimientos rotatorios y percutores. Su diseño permite extraer muestras a distintas profundidades y depositarlas en la superficie para análisis. MSOLO, un espectrómetro de masas modificado, estaba destinado a estudiar los gases liberados durante la perforación, incluidos potenciales rastros de agua o compuestos útiles como oxígeno o hidrógeno.
Si bien el análisis preliminar de gases no identificó compuestos autóctonos —solo rastros de origen humano, como vapores de propulsores o agua terrestre—, el experimento permitió validar el funcionamiento del hardware en un entorno real. Para los expertos de la NASA, eso ya representa un éxito tecnológico rotundo.
Janine Captain, coinvestigadora del proyecto, destacó que PRIME-1 es clave para avanzar hacia la utilización de recursos in situ (ISRU), una estrategia que permitiría fabricar combustible, materiales de construcción o sistemas de soporte vital directamente en la Luna o Marte, reduciendo la dependencia de lanzamientos desde la Tierra.
Los 6,6 gigabytes de datos obtenidos durante la misión serán analizados durante los próximos meses. Los investigadores esperan que sirvan para optimizar futuras tecnologías de minería lunar y refinar el diseño de instrumentos para misiones Artemis. La NASA ya contempla aplicaciones como la fabricación de plataformas de aterrizaje, generadores de energía o almacenamiento de oxígeno a partir del regolito lunar.
Aunque breve, la experiencia ha demostrado que la perforación autónoma, el análisis químico en el lugar y la supervivencia de instrumentos en condiciones lunares hostiles ya no son conceptos futuristas, sino realidades tecnológicas en marcha. PRIME-1 ha abierto una puerta clave para la próxima era de exploración lunar sostenible.