El núcleo de la misión Pandora es su capacidad para analizar atmósferas planetarias a través de eventos de tránsito, cuando un exoplaneta pasa frente a su estrella. Esta técnica permite a los científicos detectar la composición química de las atmósferas mediante las interacciones de la luz estelar con los gases presentes. “Esta misión nos permitirá distinguir señales estelares de planetarias, un desafío crucial para la astrofísica moderna”, comentó Elisa Quintana, investigadora principal de Pandora.
Equipado con un telescopio de 45 centímetros, desarrollado en colaboración con el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore y Corning Specialty Materials, Pandora ofrecerá datos precisos de luz visible e infrarrojo cercano. Este enfoque dual permitirá observar simultáneamente las variaciones estelares y las características atmosféricas de los planetas en tránsito. “Separar estas señales es esencial para comprender la habitabilidad de estos mundos distantes”, explicó Ben Hord, becario del Programa Postdoctoral de la NASA.
A diferencia de telescopios más grandes como el James Webb, Pandora está optimizado para observaciones continuas de largo plazo. Durante su misión principal de un año, Pandora realizará 10 observaciones de cada exoplaneta, capturando datos durante 24 horas por sesión. Este nivel de detalle proporcionará un marco de referencia sólido para futuras misiones y estudios astrofísicos.
Pandora también se destaca por su tecnología avanzada, como un detector de infrarrojo cercano que fue originalmente desarrollado para el telescopio Webb. Este componente permitirá identificar agua, neblinas y nubes en las atmósferas planetarias, lo que representa un avance significativo en la búsqueda de condiciones habitables más allá de nuestro sistema solar.
El Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA lidera la misión, mientras que el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore supervisa la ingeniería y la gestión del proyecto. La nave espacial ha sido construida por Blue Canyon Technologies, que también está realizando pruebas ambientales para garantizar su funcionalidad en el espacio. La colaboración con universidades y centros de investigación como el Centro de Investigación Ames de la NASA asegura un enfoque multidisciplinario.
La estrategia de Pandora se centra en proporcionar datos complementarios a misiones emblemáticas como el James Webb, permitiendo a los astrónomos optimizar la interpretación de las observaciones de exoplanetas. “Con Pandora, estamos dando un gran paso hacia la comprensión de mundos distantes y la búsqueda de vida en el universo”, afirmó Quintana.
Con un lanzamiento previsto para este otoño, Pandora se perfila como una misión clave en la exploración de exoplanetas, proporcionando herramientas y datos cruciales para responder a una de las preguntas más fundamentales: ¿estamos solos en el universo?